miércoles, 20 de agosto de 2014

•«✡[MUJER Creada por DIOS con un Propósito_o]✡»•







Existen algunas preguntas que necesitan respuesta y vamos a encontrarlas en la palabra de Dios. También existen ideas erróneas que deben ser sustituidas por la verdad revelada por el creador de la MUJER, quien también es nuestro creador.


A.-¿En qué sentido el hombre es creado «a imagen de Dios» ?



El hombre ha sido creado a imagen de Dios, en el sentido de que es capaz de conocer y amar libremente a su propio Creador. Es la única criatura sobre la tierra a la que Dios ama por sí misma, y a la que llama a compartir su vida divina, en el conocimiento y en el amor. El hombre, en cuanto creado a imagen de Dios, tiene la dignidad de persona: no es solamente algo, sino alguien capaz de conocerse, de darse libremente y de entrar en comunión con Dios y las otras personas.



B.-¿Para qué fin ha creado Dios al hombre?



Dios ha creado todo para el hombre, pero el hombre ha sido creado para conocer, servir y amar a Dios, para ofrecer en este mundo toda la Creación a Dios en acción de gracias, y para ser elevado a la vida con Dios en el cielo. Solamente en el misterio del Verbo encarnado encuentra verdadera luz el misterio del hombre, predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre, que es la perfecta «imagen de Dios invisible»


Colosenses 1:15

Reconciliación por medio de la muerte de Cristo
15.- El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.





C.-¿Por qué los hombres forman una unidad?



Todos los hombres forman la unidad del género humano por el origen común que les viene de Dios. Además Dios ha creado «de un solo principio, todo el linaje humano» Finalmente, todos tienen un único Salvador y todos están llamados a compartir la eterna felicidad de Dios.


Hechos 17:26


26.- Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;





D.-¿De qué manera el cuerpo y el alma forman en el hombre una unidad?




La persona humana es, al mismo tiempo, un ser corporal y espiritual. En el hombre el espíritu y la materia forman una única naturaleza. Esta unidad es tan profunda que, gracias al principio espiritual, que es el alma, el cuerpo, que es material, se hace humano y viviente, y participa de la dignidad de la imagen de Dios.




E.-¿Quién da el alma al hombre?




El alma espiritual no viene de los progenitores, sino que es creada directamente por Dios, y es inmortal. Al separarse del cuerpo en el momento de la muerte, no perece; se unirá de nuevo al cuerpo en el momento de la resurrección final.



F.-¿Qué relación ha establecido Dios entre el hombre y la MUJER?




El hombre y La MUJER han sido creados por Dios con igual dignidad en cuanto personas humanas y, al mismo tiempo, con una recíproca complementariedad en cuanto varón y mujer. Dios los ha querido el uno para el otro, para una comunión de personas. Juntos están también llamados a transmitir la vida humana, formando en el matrimonio «una sola carne», y a dominar la tierra como «administradores» de Dios.


Génesis 2:24


24.- Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.





G.-¿Cuál era la condición original del hombre según el designio de Dios?






Al crear al hombre y a La MUJER, Dios les había dado una especial participación de la vida divina, en un estado de santidad y justicia. En este proyecto de Dios, el hombre no habría debido sufrir ni morir. Igualmente reinaba en el hombre una armonía perfecta consigo mismo, con el Creador, entre hombre y mujer, así como entre la primera pareja humana y toda la Creación.




La MUJER no quiere una mirada, quiere una sonrisa.
La MUJER no quiere una compañía, quiere presencia.
La MUJER no busca una mano,busca tacto.
La MUJER busca lo que es mas sencillo otorgar.
La MUJER no busca momentos, espera acontecimientos.
La MUJER no busca tu risa, espera tu alegría.
La MUJER ofrece, lo que siempre a podido dar.
La MUJER no desea un cuerpo, desea un abrazo.
La MUJER no desea halagos, desea palabras.
La MUJER no desea unos labios, desea un beso.
La MUJER no desea ser persona, desea ser mujer.
La MUJER no espera tu tiempo,espera tiempo contigo.
La MUJER no espera pasión, espera romance.
La MUJER no espera sexo espera amor.
La MUJER no espera belleza espera la hagan sentir bella.
La MUJER es mujer no es física es sentimental.
La MUJER es mujer, no es un cuerpo es corazón.
La MUJER no es para poseer, es para admirar.
La MUJER no es para convencer es para amar.
La MUJER no es para conocer es para entender.
La MUJER no es un rostro es todo la mujer no es difícil, es misteriosa.
La MUJER no un es un tacto es una caricia.
La MUJER no es la espina es la Rosa.





El vídeo que están apreciando, es un agradecimiento especial a Serafín Contreras.



domingo, 17 de agosto de 2014

✡La historia de Rut✡

♢ 


♢ 

“Una mujer excelente”





El nombre de Rut רות significa Amiga, Compañera, socia, vecina, agarrar y aflicción. Pero hay una palabra de la que se deriva que es la palabra Reut רְעוּת que entre muchas cosas similares a Rut significa deseo y voluntad, y como en todos los nombres hebreos con estos significados podemos escudriñar más en la personalidad de quien porta el nombre. El libro de Rut todas lo hemos leído. Fue una moabita (gentil) que su historia se desarrolla, según los comentaristas, durante la época del libro de los jueces, más propiamente del capítulo 5 alrededor del año 1296 a. d. C., siendo estos escritos de los más antiguos de los relatos Bíblicos.



RUT se arrodilla junto al montón de cebada que ha recogido durante el día. Ya está cayendo la noche sobre los campos, y muchos trabajadores se ponen en camino hacia la entrada de la pequeña ciudad de Belén, enclavada en una cordillera cercana. Seguro que Rut se siente adolorida después de este largo día de trabajo, pues casi no ha parado desde la mañana. Pero su jornada aún no ha terminado. Ahora se pone a golpear la cebada con una vara para desgranar la. A pesar de todo, le ha ido mejor de lo que esperaba.

¿Están por fin mejorando las cosas para esta joven viuda? Rut siente cariño por Noemí, su suegra, y le ha prometido quedarse con ella y hacer de Jehová, el Dios de Noemí, su propio Dios. Las dos viudas llegaron a Belén procedentes de Moab, la tierra de Rut, y ella ha visto que la ley de Jehová contiene disposiciones prácticas que dignifican a los pobres de Israel, y también a los extranjeros. Ahora se percata de que en el pueblo de Jehová, que vive de acuerdo con la Ley, hay quienes se destacan por su espiritualidad y bondad, y su afligido corazón se conmueve.

Una de esas personas es Boaz, el hombre rico y de cierta edad en cuyos campos Rut ha espigado hoy y que la ha tratado como a una hija. Rut recuerda satisfecha las bondadosas palabras con que la ha alabado por cuidar de su suegra, ya mayor, y por buscar refugio bajo las alas del Dios verdadero, Jehová (Rut 2:11-13).

Aun así, a Rut probablemente le preocupa su futuro. Siendo una extranjera pobre, viuda y sin hijos, ¿cómo va a cubrir sus necesidades y las de Noemí durante los próximos años? ¿Le bastará con espigar? ¿Y quién la cuidará a ella cuando envejezca? No sabemos si la abrumaban estas inquietudes, pero sería comprensible si así fuera. Hoy día, con las dificultades económicas que existen, a muchas personas les asaltan esas mismas inquietudes. Al ir descubriendo cómo ayudó a Rut la fe que tenía, veremos muchos aspectos en los que podemos imitarla.

 

¿Qué constituye una familia?














Rut trabajando duro













Rut trabajó duro para cubrir sus necesidades y las de Noemí


Cuando Rut termina de desgranar la cebada y recogerla, ve que tiene aproximadamente una medida de efá, el equivalente a unos 20 litros de capacidad. Toda aquella cebada pesa nada menos que 14 kilos (30 libras). La amontona encima de una pieza de tela, hace un fardo, se lo coloca sobre la cabeza y emprende el camino hacia Belén mientras anochece (Rut 2:17).

Noemí se alegra de ver llegar a su querida nuera y quizás hasta suelta un grito de sorpresa al ver el pesado fardo de cebada que carga. Rut también trae algunas sobras de la comida que Boaz ofreció a los trabajadores, y con eso cenan las dos. Noemí le pregunta: “¿Dónde espigaste hoy, y dónde trabajaste? Llegue a ser bendito el que se fijó en ti” (Rut 2:19). Al ver todo lo que Rut ha traído, Noemí se da cuenta de que alguien se ha fijado en ella y la ha tratado con amabilidad.

Las dos se ponen a hablar, y Rut le cuenta a Noemí lo amable que ha sido Boaz con ella. Noemí, conmovida, responde: “Bendito sea él de Jehová, que no ha abandonado su bondad amorosa para con los vivos y los muertos” (Rut 2:19, 20). Para ella, las bondades de Boaz venían de Jehová, pues él impulsa a sus siervos a ser generosos y promete recompensarles por sus buenas acciones (Proverbios 19:17). 

Noemí aconseja a Rut que acepte la oferta de Boaz de continuar espigando en sus campos cerca de las jóvenes de su casa para que los cosechadores de otros campos no la molesten. Rut le hace caso y, además, “sigu[e] morando con su suegra”, lo cual pone de relieve una vez más su cualidad distintiva: el amor leal (Rut 2:22, 23). ¿Y nosotros? ¿Honramos a nuestra familia, apoyándola y ayudándola cuando hace falta? Jehová siempre se percata de los actos de amor leal.





Rut y Noemí



Rut y Noemí se ayudaron y animaron mutuamente


¿Se puede decir que Noemí y Rut constituían una familia? En algunas culturas se cree que para que una familia lo sea en el pleno sentido de la palabra tiene que contar con un padre, una madre, hijos, abuelos, etc. Pero el caso de Noemí y Rut nos ayuda a ver que cuando uno es siervo de Jehová, su familia —aunque pequeña y tal vez incompleta — puede llevarse muy bien y rebosar de bondad y amor. ¿Agradecemos la familia que tenemos? Jesús recordó a sus seguidores que aun quienes no tienen familia la pueden encontrar en la congregación cristiana (Marcos 10:29, 30).


“Es uno de nuestros re compradores




Rut se queda espigando en los campos de Boaz desde la cosecha de la cebada (alrededor de abril) hasta la del trigo (alrededor de junio). Las semanas transcurren, y seguro que Noemí sigue pensando en lo que puede hacer por su querida nuera. Antes de partir de Moab, Noemí estaba convencida de que jamás podría encontrarle otro esposo a Rut (Rut 1:11-13). Pero ahora empieza a pensar de otra forma. Aborda a Rut y le dice: “Hija mía, ¿no debo buscarte lugar de descanso[?]” (Rut 3:1). En aquellos tiempos la costumbre era que los padres se encargaran de buscar cónyuges para sus hijos, y Rut había llegado a ser una verdadera hija para Noemí. De ahí que Noemí quisiera encontrarle a Rut un “lugar de descanso”, es decir, un esposo y un hogar que le proporcionaran seguridad y protección. Pero ¿qué puede hacer Noemí?

Cuando Rut mencionó a Boaz por primera vez, Noemí dijo: “El hombre es pariente nuestro. Es uno de nuestros recompradores” (Rut 2:20). ¿Qué quería decir con eso? La Ley que Jehová dio a Israel incluía unas disposiciones amorosas para aquellas familias que atravesaban dificultades por haber caído en la pobreza  o haber perdido a un ser querido. Si una mujer enviudaba sin haber tenido hijos, su dolor se veía incrementado por el hecho de que su esposo no tendría posteridad y su nombre se perdería. Pero la Ley de Dios permitía que el cuñado se casara con la viuda para que esta diera a luz un heredero que perpetuara el nombre del difunto y heredara los bienes de la familia (Deuteronomio 25:5-7). 

Noemí le explica a Rut su plan. Podemos imaginar cómo se le abren los ojos a la joven al escuchar sorprendida a su suegra. Probablemente Rut aún no conoce bien la Ley, y muchas de sus costumbres de seguro le resultan extrañas. Pero como respeta tanto a Noemí, escucha con atención todo lo que le dice. La recomendación que le da tal vez le resulte chocante o bochornosa y, en cierto sentido, hasta humillante. No obstante, Rut accede y obedientemente responde: “Todo lo que me dices lo haré” (Rut 3:5).

A los jóvenes a veces les resulta difícil obedecer los consejos de quienes son mayores y tienen más experiencia, pues piensan que no son capaces de entender los retos y problemas que afronta la juventud. Pero el ejemplo de humildad de Rut nos recuerda que hacer caso de la sabiduría de las personas mayores que nos aman y velan por nuestros intereses puede ser muy provechoso. Ahora bien, ¿cuál fue el consejo de Noemí? Y ¿resultó premiada la obediencia de Rut?


Rut en la era




Al atardecer, Rut se va a la era, un espacio llano, de tierra firme, al que varios agricultores  llevan su mies para trillarla y aventarla. Normalmente se escogía un lugar que estuviera en la ladera o la cima de un monte, donde las brisas soplaran con fuerza al atardecer. A fin de separar el grano de la paja y el tamo, se utilizaba un bieldo o una gran pala para echar la mies al viento, que se llevaba el tamo y la paja. Al ser más pesados, los granos caían de nuevo en la era.

Rut contempla con discreción cómo los aventadores terminan poco a poco su trabajo conforme va anocheciendo. Boaz ha estado supervisando el aventado de su mies, y ya ha juntado una gran cantidad de cereal. Come con ganas y luego se acuesta al lado de su montón de grano. Posiblemente esa era una práctica común en aquella época para proteger la preciada cosecha de ladrones y merodeadores. Cuando Rut ve que Boaz se acuesta, sabe que ha llegado la hora de llevar a cabo el plan de Noemí.

Con el corazón acelerado, Rut se le acerca sigilosa y al constatar que está profundamente dormido, sigue las instrucciones de Noemí: le destapa los pies, se acuesta allí y espera. Pasa el tiempo, que para Rut debe ser como una eternidad. Entonces, a medianoche, Boaz empieza a moverse. Temblando de frío se incorpora, probablemente para cubrirse de nuevo los pies. Pero nota que hay alguien. El relato bíblico lo expresa así: “¡Mire!, ¡una mujer acostada a sus pies!” (Rut 3:8).

“¿Quién eres?”, pregunta él. Ella responde, tal vez con voz temblorosa: “Soy Rut tu esclava, y tienes que extender tu falda sobre tu esclava, porque tú eres un recomprador” (Rut 3:9). Algunos comentaristas modernos han tratado de insinuar que las acciones y las palabras de Rut tenían cierto trasfondo sexual, pero pasan por alto dos detalles. En primer lugar, Rut estaba siguiendo las costumbres de la época, muchas de las cuales no se entienden hoy día. Así que sería un error juzgar sus actos según las bajas normas morales y la mentalidad retorcida propias de estos tiempos. En segundo lugar, la reacción de Boaz indica que, a sus ojos, la conducta de Rut era moralmente casta y muy encomiable.




Rut y Boaz




Rut buscó a Boaz con motivos puros y altruistas
Boaz, sin duda con un tono dulce y tranquilizador, le dice: “Bendita seas de Jehová, hija mía. Has expresado tu bondad amorosa mejor en el último caso que en el primer caso, al no ir tras los jóvenes, fueran de condición humilde o ricos” (Rut 3:10). “El primer caso” se refiere al amor leal que mostró Rut al acompañar a Noemí hasta Israel y cuidarla. “El último caso” es este. Boaz reconoce que una joven como Rut podía haber buscado un esposo mucho más joven, fuera rico o pobre. Pero ella quiere hacerle bien no solo a Noemí sino también al difunto esposo de Noemí, es decir, desea perpetuar el nombre de este en su tierra natal. Es fácil ver por qué le impresiona a Boaz el altruismo de Rut.

Boaz añade: “Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Todo lo que dices lo haré para ti, porque toda persona en la puerta de mi pueblo se da cuenta de que eres una mujer excelente” (Rut 3:11). Le agrada la idea de casarse con Rut y puede que no le haya extrañado del todo que le pida ser el re comprador  Pero Boaz es un hombre justo, y no solo busca satisfacer sus propias preferencias. Le dice a Rut que, en vista de que hay otro re comprador con una relación de parentesco más cercana, le va a dar a él la oportunidad de casarse con ella.

Boaz insta a Rut a que vuelva a acostarse y descanse hasta que se acerque el amanecer; así podrá marcharse sin ser vista. Él desea proteger la reputación de ella y también la suya, pues alguien pudiera pensar equivocadamente que han incurrido en algún tipo de conducta inmoral. Rut vuelve a acostarse a los pies de Boaz, quizás más tranquila en vista de que él ha respondido con tanta bondad a su petición. Unas horas después, mientras todavía está oscuro, Boaz le llena la capa de cebada, y ella regresa a Belén con el generoso regalo.

 Rut debe sentirse sumamente satisfecha de que Boaz haya dicho que todo el mundo la considera “una mujer excelente”. Seguro que algo que ha influido mucho en que tenga tan buena reputación es su anhelo de conocer a Jehová y servirle. Además, ha demostrado una gran bondad y sensibilidad hacia Noemí y su pueblo, pues ha estado dispuesta a adaptarse a una cultura y unas costumbres que seguramente desconocía. Si imitamos la fe de Rut, nos esforzaremos por tratar a los demás, así como su cultura y costumbres, con profundo respeto. Y si lo hacemos, puede que también nos labremos una excelente reputación.


Un lugar de descanso para Rut




“¿Quién eres, hija mía?”, dice Noemí cuando Rut llega a la casa. Aunque es posible que con la oscuridad no la haya podido reconocer, lo que seguramente quiere saber Noemí es si Rut todavía es la misma viuda de antes, una mujer sola y sin compromiso, o si ya tiene la perspectiva de casarse. Rut enseguida le cuenta a su suegra todo lo que ha pasado y le entrega el generoso regalo de cebada que Boaz le envía (Rut 3:16,17). 

Noemí, con la sensatez que la caracteriza, exhorta a Rut a sentarse en casa tranquila y no salir ese día a espigar en los campos. Luego le asegura: “El hombre no tendrá descanso a menos que haya acabado con el asunto hoy” (Rut 3:18).





 Y eso es precisamente lo que hace Boaz. Va a la puerta de la ciudad —donde suelen reunirse los ancianos de Belén — y espera hasta que pase el hombre que tiene un parentesco más cercano con la familia de Elimélec, el difunto esposo de Noemí. Delante de testigos, Boaz le ofrece la oportunidad de ser el recomprador casándose con Rut. Pero el hombre no acepta, alegando que con ello arruinaría su propia herencia. Entonces, ante los testigos que ha reunido allí, Boaz declara que él será el recomprador y comprará todo lo que le pertenecía a Elimélec y se casará con Rut, la viuda de Mahlón, su hijo. La razón para obrar así, según las propias palabras de Boaz, es “para hacer que el nombre del muerto se levante sobre su herencia” (Rut 4:1-10). Desde luego, Boaz es un hombre recto y altruista.

Boaz se casó con Rut y, como dice el relato bíblico, “Jehová le concedió a ella concebir, y ella dio a luz un hijo”. Las mujeres de Belén bendijeron a Noemí y alabaron a Rut por serle mejor que siete hijos varones. Con el tiempo, como añade el relato, el hijo de Rut llegó a ser antepasado de un gran rey: David (Rut 4:11-22). David, a su vez, fue antepasado de Jesucristo (Mateo 1:1). 




Rut y Boaz con su hijo y Noemí



Jehová bendijo a Rut con el privilegio de llegar a ser antepasada del Mesías
Rut fue realmente bendecida, y también Noemí, quien la ayudó a criar al niño como si fuera suyo. La vida de estas dos mujeres constituye un claro recordatorio de que a Jehová Dios no le pasan desapercibidos todos los que trabajan duro efectuando tareas humildes para mantener a su familia y, al mismo tiempo, le sirven lealmente con su pueblo escogido. Jehová siempre recompensa a las personas fieles que se labran una reputación excelente a sus ojos, como hizo Rut.

Fuente: -TestigoDeJehová- 

✡Conociendo a CRISTO en su muerte -III.I-✡


CONOCIENDO A CRISTO
EN SU MUERTE
 (-III-)




Nunca vamos a descubrir por medio del Espíritu de Dios, lo que Dios “está a punto de hacer”. Todas las cosas del eterno propósito de Dios “han sido llevadas a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:11). El crecimiento espiritual es el encuentro, experiencia y conformación del alma, a lo que Dios ya ha hecho en Su Hijo. Dios nunca trata de mostrarnos algo que todavía esté por realizar. Nunca busca que esperemos algo que hará algún día. Eternamente y para siempre, busca provocar que llevemos en nosotros la realidad de lo que Él ya HA HECHO, a fin de que sea glorificado en nuestra alma.






Digo esto, porque es necesario que entendamos nuestro problema. Nuestro problema no es que Dios necesite matarnos, ni que seamos crucificados a esto o a aquello; nuestro problema, por lo general, es que no queremos conocer la verdad de lo que significa estar en Cristo. No queremos enfrentar lo que Dios ha hecho, porque si decidimos permitirle a Él que nos lo muestre, nos va a mostrar que hemos sido bautizados en la muerte de Cristo. Nos va a mostrar que hemos sido crucificados con Cristo; y esto significa infinitamente más de lo que pensamos.







Significa algo, que literalmente no podríamos haber imaginado. Si realmente queremos conocer lo que la cruz de Cristo ha logrado, vamos a ver que la mayoría de lo que nosotros llamamos nuestra vida, de lo que llamamos nuestro propósito, incluso de lo que llamamos nuestro ministerio o nuestras relaciones, han sido establecidas en, desde, por y para las cosas que Dios ya ha separado de Sí.





Podemos odiar lo que acabo de decir, pero eso no cambiará el hecho. Podemos pelear contra ello, pero sólo en nuestra mente; sólo en nuestras imaginaciones. La obra de Dios está terminada y conocer la verdad hará que la encaremos. Conocer la verdad será el final de todo aquello que en nosotros no brota de la verdad.






Conocer la verdad requerirá el final de lo que nosotros llamamos nuestras vidas.






Con esto último quiero terminar estas enseñanzas. Conocer la verdad nos cuesta lo que llamamos nuestra vida. Es por esta razón, que la mayoría de las veces no estamos genuinamente interesados en conocer a Cristo y a este crucificado. Nos gusta la Biblia, nos gusta la iglesia, nos gusta imaginarnos caminando por los caminos polvorientos con Jesús el nazareno; pero cuando llegamos ahí, muy a menudo queremos que Jesús no tenga una cruz unida a Él. En otras palabras, queremos que haya una manera de conocer a Cristo, sin que involucre conocer la participación de Sus sufrimientos y la conformación a Su muerte. Queremos conocer el amor de Dios, sin encarar la verdad de lo que la cruz ha quitado y de lo que la cruz ha establecido.






No estoy tratando de sonar cruel, sólo estoy tratando de ser realista. Yo tengo la tendencia de resistir la cruz, tanto como cualquier otro. Aquí sólo estoy hablando de la naturaleza humana, del corazón del hombre adámico. Decimos que sólo queremos a Jesús, pero luego continuamos buscando nuestra alegría en la tierra.
Perseguimos nuestros propósitos en el ámbito natural, buscamos verdadera comunión en las relaciones naturales, tratamos de encontrar nuestras identidades en el ámbito que la cruz ha separado de Dios. Somos como los hombres que corrieron a la tumba para buscar a Jesús, a quienes los ángeles les dijeron: “¿Por qué buscan al que vive entre los muertos?”











Amamos a Jesús, pero interiormente, donde ni siquiera nosotros queremos mirar, resistimos lo que significa conocerlo a Él en Su muerte. Estoy hablando de tener un corazón para conocer al Señor. En realidad, un corazón para conocer al Señor es exactamente igual a un corazón que está dispuesto a experimentar la cruz. Estas no son dos cosas separadas, son exactamente lo mismo.






Un corazón para conocer al Señor, es un corazón que está dispuesto a dejar que la cruz le diga a nuestras almas lo que Dios le dijo a Abraham: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te MOSTRARÉ” (Génesis12:1). El viaje de fe de Abraham es paralelo al nuestro, y de hecho, involucraba obtener una gran herencia; pero también involucraba dejar atrás todo lo que Abraham había llamado suyo. Su país, la tierra donde había nacido y el lugar que era familiar para él. Su parentela, las relaciones que él conocía y las personas que él entendía eran su familia. La casa de su padre, lo que yo entiendo era su herencia. Todo lo que él iba a heredar, todo lo que iba a poseer de su padre natural y por primogenitura. Abraham dejó el lugar, las relaciones y la herencia que nosotros llamamos nuestras, y se fue a otro lugar, a otro tipo de relación y a otra herencia que nos debe ser mostrada.






Abraham entendió desde el mismo principio: “Usted deja atrás lo conocido y recibe algo que Yo conozco. Es más, Abraham, conocer lo que Yo conozco implicará olvidar lo que usted conoce. Conocer lo Yo pongo delante de usted, implicará olvidar lo que queda atrás. Abraham, todo lo que lleve con usted será tratado en mi altar. Todo lo que trate de tomar, eventualmente será separado de usted, así como está separado de Mí”. Esto es extremadamente importante de tomar en cuenta.







Lo que he estado tratando de decir, es que la muerte de la cruz está justo en el corazón de todo lo que experimentamos en el Señor. Esta es la razón por la que hay muchas versiones diferentes de cristianismo, que hemos inventado a lo largo de los años. Todas son intentos de conservar el ideal de Jesús, sin la realidad de la cruz, y sea que entendamos o no lo que estamos haciendo, resistimos la cruz.





La resistimos porque cada vez que la abrazamos, una división tremenda comienza. Divide todo lo que somos, lo que hacemos y lo que pensamos. Divide, en nuestros corazones, entre lo vivo y lo muerto, Adán y Cristo, la verdad y la mentira.





La cruz es grande y terrible, implica tanto la amabilidad como la severidad del Señor. Conocer al Señor en Su muerte, definitivamente nos llevará a una herencia increíble, pero también implicará un constante llamado a nuestro corazón que dice: “¡Sal de ahí! ¡Deja tu tierra, tu parentela y la casa de tu padre y ve a una tierra que debe ser revelada a ti!”
Yo siempre le estoy hablando a la gente, y si una cosa he aprendido, es que hacer preguntas no es lo mismo que querer conocer la verdad. Las personas hacen preguntas por muchas razones. La gente le hizo a Jesús toda clase de preguntas, pero sólo unos cuantos estaban dispuestos a oír la respuesta. Una respuesta verdadera siempre nos costará algo de nosotros mismos, porque nosotros somos la mentira.





Como ven, realmente nuestro problema no es ignorancia, nuestro problema es engaño. Es decir, nuestro problema, en realidad, no es que nosotros seamos pizarras en blanco que necesitan instrucción; no somos una vasija vacía que sólo requiere ser llenada con la verdad. NO. Nosotros estamos completamente llenos y rebosando de nuestras ideas, pensamientos y oscuridad. Y la mayor parte, acogemos con gran gusto que sea así. No obstante, siempre hay muchas cosas más para amar y de las cuales no nos imaginamos estar separados. Por tanto, para que la verdad tenga espacio para trabajar en nosotros, algo de lo que ya está ahí debe ser sustituido. Nosotros estamos llenos de algo que contradice la verdad en todas las formas.





De muchas maneras lo que nosotros hemos llamado vida, es una contradicción a lo que Dios ha hecho en la cruz de Jesucristo. Esto es difícil de oír, pero es verdad.




  



Muy contrario al mensaje popular en el cuerpo de Cristo de que Dios desea protegernos y bendecir todo lo que llamamos vida, Dios en realidad desea mostrarnos que la mayoría de eso ni siquiera está relacionado con Él. Por lo tanto, conocer la verdad implicará la pérdida de ello. No quiero decir que Dios vaya a quitar esas cosas de usted, sino que va a quitar nuestros corazones de esas cosas.





Cuando nosotros empezamos a conocer la cruz, lo que el hombre natural llama vida: relaciones naturales, posesiones, lugares que amamos, las cosas que hacemos en esos lugares, ideas religiosas acerca del propósito e identidad...todas esas cosas cambian activamente. Cuando vemos la cruz despertamos a la perspectiva de Dios sobre todas esas cosas, empezamos a encarar y experimentar lo que Dios ya ha hecho. Él no está tratando de matar algo, sino de mostrarnos lo que Él ha ya matado...a fin de que llegue a estar muerto para nosotros, tal como lo está muerto para Él.







La muerte de la cruz es donde nuestro corazón muere a todo lo que Dios ha matado, y la única manera para que eso suceda es sí la perspectiva de Dios, la luz de Dios, la verdad de Dios nos lleva a la verdad del hecho. Estoy hablando de la revelación de Cristo como nuestra vida; por supuesto, así es como nosotros morimos. Nosotros vemos la vida y perdemos de vista lo que está muerto. Una vida es revelada y otra es dejada atrás; y de nuevo, esto es progresivo. Es progresivo porque nosotros sólo nos vamos permitiendo enfrentar gradualmente lo que Él ha logrado en un instante.






Es progresivo para todos nosotros; es progresivo en los tipos y sombras del Antiguo Pacto, pero no es progresivo porque Dios todavía esté haciendo algo, sino porque nosotros estamos despertando lentamente a lo que Dios ha hecho.






Así que, en la medida que estemos dispuestos a ver la verdad de lo que la cruz ha cumplido, y a llevar en nosotros mismos el decrecimiento que esto demanda, esta será una muerte progresiva en nuestras almas. Todo lo que ustedes y yo estamos dispuestos a ver y aceptar de la cruz de Cristo, va a tener un costo para nosotros.







No quiero decir que dicho costo vaya a ser necesariamente doloroso o duro. Pablo dijo que lo que él había perdido era estiércol en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo; todo lo contó como basura. Nos va a costar algo; conocer la verdad nos cuesta la mentira. No podemos conservar la vida y conocer la verdad. Ambos son universos completamente opuestos y totalmente contradictorios entre sí.





Prédicas de Jasón Henderson 6 >>





✡Conociendo a CRISTO en su muerte -III-✡



CONOCIENDO A CRISTO
EN SU MUERTE
(-III-)




Vamos a continuar con la tercera parte de lo que he llamado “La vida crucificada”. Mi meta es que a través de esta serie, todos lleguemos a un mejor entendimiento de la muerte de la cruz; qué es y cómo obra en nosotros.







Hasta el momento me he concentrado en dos realidades fundamentales:





1.- La realidad de que la cruz es tanto una obra consumada, como una comprensión progresiva. Es algo que Dios realiza en un instante, y algo que ustedes y yo pasamos el resto de nuestras vidas descubriendo por medio de la revelación de Cristo...y es así, sólo SI le permitimos a Él que nos lo muestre. No hay nada de Dios que esté siendo progresivamente hecho, todo lo que Dios hizo está siendo progresivamente revelado en conformidad a nuestra voluntad de participar. Conoceremos lo que Dios ha finalizado, cuando le permitamos a Él mostrarnos ese final, y posteriormente, obrar ese final en nosotros.





2.- La muerte que debe obrar en nosotros es la muerte de Cristo, no nuestra muerte, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades o nuestras lecciones de vida. Lo que tiene que obrar en nosotros es el final que Cristo estableció, es decir, que dicho final, el cual es ahora, sea establecido en nuestras almas. ¿De qué final estamos hablando? Vimos que la cruz trajo un final decisivo a la relación que Dios tenía con el hombre natural, en la creación natural y por medio del antiguo pacto. La cruz no es sólo el final de la relación de Dios con todas esas cosas, sino también el establecimiento perpetuo de la relación de Dios con el nuevo hombre, como una nueva creación y en un nuevo pacto. Por eso, lo que la cruz de Cristo remueve de la vista de Dios, también es removido de nuestros corazones si somos conformados a Su muerte.






¡Esto es muy importante! Debe ser la muerte de Cristo, puesto que es imposible para nuestra muerte, nuestros sufrimientos o tribulaciones lograr ese resultado.





No hay dificultad física que lleve a nuestra alma, a finalizar su relación con el viejo hombre adámico, con la vieja creación y con el pacto que Dios ha hecho obsoleto.





Las luchas y diversas situaciones naturales, puede que algunas veces nos ayuden a volver nuestro corazón de la tierra a Dios, o puede que sólo logren ponernos de mal humor, pero la cruz que nosotros debemos llegar a conocer, no es nuestras pruebas personales, sino EL FINAL de nuestra relación con Adán, su creación y su pacto. Esta es la razón por la cual las Escrituras siempre insisten en que es la muerte DE CRISTO la que debe obrar en nosotros.






Nosotros experimentamos la muerte de Cristo, al permitirle a Él que nos muestre que ya estamos muertos, y no porque Dios efectivamente crucifique nuestra carne. Conocer la verdad es, precisamente, la manera por la que la muerte de Cristo obra en nosotros y siempre implicará el costo de lo que nosotros llamamos vida. Si nosotros estamos reacios a perder nuestra vida, lo sepamos o no, estamos reacios a conocer la verdad. ¡Es un hecho!






Muy a menudo me topo con la idea de que Dios está tratando de crucificar nuestra carne a través de la cruz de Jesucristo; que Dios en este momento está tratando de matarnos. Si bien en un sentido esto es cierto, creo que la idea que descansa detrás de este pensamiento, por lo general está equivocado. Lo que quiero decir es, que Dios no está tratando de matarnos; si ya somos cristianos, Dios está tratando de mostrarnos que ya estamos muertos y lo que eso significa.





Cuando la gente me oye decir este tipo de cosas, de inmediato se confunden y se resisten a este tipo de afirmaciones. La razón por la que nos confundimos y nos resistimos, es porque la palabra “muerte” no describe ninguna de las cosas que nosotros percibimos como cristianas. La mayoría del tiempo los cristianos dirían: “Yo siento cualquier cosa menos muerte; todo lo contrario, me siento completamente vivo. No me SIENTO muerto al pecado, no me siento muerto a Adán ni tampoco al mundo. NO. Por lo tanto, Dios debe MATARME a esas cosas”.






Entonces, cuando oímos que Dios está tratando de mostrarnos que ya estamos muertos, nos suena tonto. En inglés, la gente diría: “mind over matter”; que nosotros estamos tratando de hacer que algo sea real al creer en eso. Este NO es por mucho el caso aquí. Si hemos nacido de nuevo, no tenemos la necesidad de hacer que ALGO sea real, sino la de comprender lo que Dios ya ha hecho real, pero en la medida que no comprendamos, en esa misma medida no sólo somos ignorantes, sino que también estamos engañados.





Si usted viera a un ser humano actuando como perro, es decir, a una persona que en realidad pensara que ES un perro, pidiera su comida con la lengua afuera, le ladrara a los gatos y diera tres vueltas antes de acostarse... ¿Cómo lo ayudaría? ¿Le diría que si cree lo suficiente podría ser humano? Hacer todo lo posible para convencerlo de que ya es humano, ¿no le parece extraño en este caso? Usted sólo debería ayudarlo a comprender la realidad de la situación, que entienda lo que es cierto a pesar de su ignorancia y engaño.





Los cristianos creerán casi cualquier cosa, SALVO el hecho de que están crucificados con Cristo, sepultados con Él, muertos al pecado y libres de Adán...a pesar de que la Biblia declara en cada página del Nuevo Testamento que estas cosas son reales. Hemos creado miles de teologías extrañas, para de algún modo explicar y relegar en el futuro, lo que la Biblia claramente describe, debido a que nada de eso se alinea con nuestra experiencia y perspectiva presente.





Los cristianos prefieren creer que todo lo que Pablo dijo que era “ahora en Cristo”, es en realidad para un tiempo y lugar diferente, sólo porque no pueden verlo con los ojos físicos. Los cristianos prefieren tratar de creer que las bendiciones que Pablo dijo que eran espirituales y en Cristo, son en realidad naturales y que van hacia nuestras cuentas bancarias. Los cristianos a veces prefieren oír que Dios está enojado y decepcionado de ellos, que oír que ya hemos sido crucificados con Cristo.





Pero, verán, hay razones por las que pensamos de esta manera. A menudo preferimos creer en este tipo de cosas, porque nuestros corazones siempre se resisten a la muerte de la cruz. Pero también nos quedamos atorados en este tipo de ideas, porque asumimos que nuestros sentidos físicos y mentes naturales tienen la habilidad de definir lo que es espiritualmente real. Asumimos que tenemos la habilidad natural de experimentar la verdad y discernir lo que es real. Pero esa es una presuposición muy peligrosa. Es peligrosa, porque nuestras suposiciones falsas y nuestra falta de consciencia y reconocimiento, son precisamente, el problema que Dios está tratando de resolver. Nuestras mentes, lejos de ser una medida precisa de la realidad, son por naturaleza “enemistad contra Dios”. La mente natural con todo y sus facultades naturales, no conocerían la realidad espiritual aunque nos abofeteara la cara.






Pensemos en los judíos de los días en que Cristo caminó como hombre. Las palabras de Cristo eran espíritu y vida. Los caminos de Cristo eran una perfecta manifestación del Padre. No obstante, no sólo no lo reconocieron...sino que lo juzgaron como peligroso y lo mataron. Incluso, Él les dijo a Sus discípulos: “¿He estado con ustedes por tanto tiempo y aún no me conocen?” El punto es que nosotros no debemos confiar en las facultades naturales y corruptas del cuerpo y la mente humana, para enseñarnos lo que es espiritualmente real. Toda realidad espiritual se torna real a y en el alma, SÓLO en la medida que es revelada por el Espíritu de Dios.





Por tanto, si Dios dice que los que hemos sido bautizados en Cristo, en primer lugar, hemos sido bautizados en Su muerte, entonces esta es una realidad. No es una teología para ser estudiada, una idea para ser cuestionada o un evento que tiene que ser esperado. Es una realidad que debe ser revelada y experimentada. De hecho, tenemos que comprender que todo el crecimiento espiritual es simplemente, el descubrimiento dado por el Espíritu de la obra consumada de Dios. El Espíritu está trabajando en nosotros para mostrarnos la verdad de lo que ya es. 1 Corintios 2 dice que el Espíritu de Dios fue dado para que podamos conocer las cosas que Dios nos ha dado. Una de las cosas que Dios nos ha dado, es más, el principio de todas las cosas que nos han sido dadas por Dios, es la muerte. El Espíritu trabaja en nosotros para mostrarnos la muerte en la que hemos sido bautizados.





Prédicas de Jasón Henderson 5





Iglesia de Comas-Retablo: Dirección exacta.