jueves, 2 de julio de 2015

¤»¤La Fuerza De Una Mujer Cristiana¤«¤





INTRODUCCIÓN










Dos conceptos relacionados con una mujer ejemplar: 1.-FUERZA Y 2.-ESFUERZO. 




Sin duda, Dios le da fuerza a la mujer cristiana. Como en todo lo demás que Dios nos da, nos convertimos en administradoras, mayordomos de ese don. También somos responsables de usarlo correctamente y de rendir cuentas de cómo lo usamos. 



Así que mi hermana, has un inventario de las fortalezas que Dios te ha dado. ¿Cómo las has usado? El Señor te ha vestido con fortaleza. Que te parezca poca o mucha, no es el asunto. El punto es: necesitas usar esas fuerzas en alguna forma. La has de dirigir en alguna dirección, correcta o incorrecta. 



En esta ocasión mi deseo es que logremos dirigir esa fuerza por la vía correcta: La vía del Señor. Con la ayuda de Dios, me propongo presentar tres grandes principios que pueden asegurar nuestro caminar en la perfecta voluntad de Dios para el resto de nuestras vidas. Mi oración es que incorporemos estos tres principios en cada decisión que tomemos. Oremos y abramos el corazón al Espíritu Santo para que nos enseñe. 




La Fuerza De Una Mujer Cristiana. 




El primer principio general, pero gran principio para asegurar su caminar en la perfecta voluntad de Dios para su vida, es: “La fuerza de una mujer debe ser invertida en su Dios” 




Deut. 33:25 declara: “como tus días, serán tus fuerzas.” El Señor nos dará suficientes fuerzas para hoy. El ha prometido “no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. Lo vas a lograr, querida hermana, si usas la provisión diaria de fuerza que Dios te da. 





Usa tu fuerza en el Señor, no en ti misma. pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40:31- Serás enriquecida con su gozo, y el gozo del Señor es tu fortaleza (Nehemías 8:10). Evitarás colapsar y serás refrescada diariamente en tu espíritu. 




Hermana, ¿Cuál es la obra más grande que podrías llegar a hacer? La Biblia dice en Marcos 12:30-31: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éste. No es un desperdicio para una mujer invertir su fuerza en Dios, es la obra más grande que ella puede hacer. 




¿Cómo entonces puede una mujer invertir su fuerza en Dios? La Biblia está llena de algunos maravillosos ejemplos de mujeres que recorrieron este camino antes que nosotras: 



Veamos algunas: 


· Ana, usó su fortaleza en oración y ayuno. Lucas 2:37 

· Otras mujeres usaron su fuerza en reuniones de oración. Hechos 1:14 

· Ana, madre de Samuel, oró fervientementeSamuel 1:10 

· Junia fue misionera, Romanos 16:7 

· La mujer del pozo, ayudo a ganar su pueblo para Cristo Juan 4:39 

· Rahab reunió su familia para salvarla. Josué 6:23 

· Las hijas de Felipe predicaban el evangelioHechos 21: 8,9. 

· Tabita fue una discípula, y tuvo un ministerio que ayudaba haciendo túnicas para las viudas. Hechos 9:36-39 

· Febe era ayudante en la obra del Señor. Romanos 16, 1-2 

· Mujeres sirvieron al Señor con sus bienes (Evangelios


· María ungió a Jesús con un ungüento muy costoso y se sentaba a sus pies y escuchaba su palabra. Juan 12:3, Lucas 10:39 

· La viuda dió lo que tenía 


· Otra María aportaba para el sustento del Hijo de Dios (Lucas 8:3) 

· Priscila ministraba para el Señor con su esposo AquilaRomanos 16: 3- 

· Trifena y Trifosa trabajaban para el Señor. Romanos 16:12 



Esta es solo una lista parcial de mujeres que usaron sus fuerzas para el Señor. El Señor las tomó a todas en cuenta, sin importar si lo que hicieron fue grande o pequeño. Mi amiga, dentro de un millón de años y por toda la eternidad, serás dichosa si usas tus fuerzas para Dios. 



En la segunda parte, el principio que detallaremos es "Las fuerzas de una mujer cristiana, deben ser invertidas en su esposo"... espéralo.



Agradecimientos a la WEB

lunes, 29 de junio de 2015

AISLAMIENTO, SOLEDAD Y TRISTEZA.

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Por: Cristina Talavera
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Aunque este problema pueda no ser tan "llamativo" como otros (deambulación, alucinaciones, agresividad) y, además, no plantee de manera directa ninguna dificultad, riesgo o peligro para la persona que cuida o para las personas que rodean a la persona que recibe los cuidados, la realidad es que puede llegar a suponer, tanto a corto como a largo plazo, un verdadero problema, ante la cronificación de sus manifestaciones más directas (pérdida de apetito, aislamiento) y las consecuencias derivadas del padecimiento del problema (ej: la apatía, dejadez, etc. puede provocar en la persona que cuida sentimientos de enfado, irritabilidad, preocupación, etc.). En las personas con demencia, además, estos problemas pueden agravar significativamente los síntomas propios de su enfermedad, aumentando la incapacidad de la persona mayor para desenvolverse en su vida diaria.
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Causas de tristeza
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Disminución del número de actividades
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Existen muchas razones por las que las personas mayores pueden sentirse tristes. En la mayoría de las ocasiones, las enfermedades que provocan dependencia impiden que la persona que las padece no pueda llevar a cabo una serie de actividades que le resultan placenteras. No realizar estas actividades contribuye en gran medida al aislamiento, a la soledad y, por tanto, al sentimiento de tristeza.
  • Pérdidas asociadas al padecimiento de una enfermedad que provoca dependencia.

  • Pérdida de contacto con amigos y conocidos.

  • Perdida de opciones (habilidades, capacidades) para llevar a cabo determinadas actividades. 

  • Independencia en el autocuidado.

  • Movilidad.

  • Actividades fuera del domicilio.

  • Autoestima.
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Pérdida de control.

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Además de lo anterior, no sólo influye en que la persona pueda sentirse triste el hecho de que no puede realizar una serie de actividades que le resultaban placenteras. La dependencia o la incapacidad provoca el que una persona, que hasta ese momento era capaz de valerse por sí mismo para realizar las actividades básicas de la vida diaria (por ejemplo, actividades como ir al baño, asearse, comer, etc. e incluso, actividades como encender o apagar las luces, cerrar las cortinas, etc.) se vea privada de las habilidades necesarias para llevar a cabo esas actividades. De esta forma pasa a depender de otras personas para poder ver satisfechas muchas de sus necesidades (aseo, alimentación, salir a la calle, etc.).
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Así, cuando la persona no tiene el control sobre las situaciones, puede que ...

  • - Se enfade porque las cosas no se hacen como le gustaría.

  • - Se sienta culpable por tener a otras personas atendiéndola.

  • - Añore el poder realizar esas actividades y otras más por sí misma.
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Otras razones
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Tanto la disminución del número de actividades que se pueden realizar como la sensación de pérdida de control sobre el entorno pueden llevar a la persona a sentirse inútil. Además, como normalmente disminuye el número de contactos que se tienen con otras personas (amigos, familiares, etc.), la persona puede llegar a sentirse sola y los aspectos positivos que esas relaciones le aportaban (afecto, diversión, distracción, etc.), etc.

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Ciclo de inactividad-Tristeza*


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Las personas se sienten tristes si no reciben pequeñas satisfacciones diarias (desde las obtenidas a través de la realización de actividades, hasta las obtenidas a través de, por ejemplo, recibir atención de los demás) que les hacen mantener un estado de ánimo alegre. Además, el hecho de estar triste lleva a sentirse peor y a no tener ganas de realizar actividades. Esto, a su vez, aumenta la tristeza y así sucesivamente, de tal modo que la situación progresivamente va empeorando, produciéndose una espiral de inactividad-tristeza de la que no es fácil
salir.



Estar enfermo y tener que depender de otras personas, cediéndoles a ellas la iniciativa de organizar la propia vida, favorece que aparezcan sentimientos de tristeza.
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Estos sentimentos, a su vez, pueden dar lugar a una "incapacidad excesiva" en la vida diaria. Es decir, las dificultades para desenvolverse producidas por alguna enfermedad, pueden ser aún mayores como consecuencia de sentirse triste y deprimido. Así, si una persona que necesita cuidados tiene además sentimientos de tristeza, probablemente tendrá más necesidad de ayuda por parte de los demás.
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*¿Cómo saber si una persona mayor está triste?


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Cuando una persona está triste, se producen una serie de cambios en su manera de ser "habitual" que han de ser tenidos en cuenta.
Señales de alarma La persona ...



    • Disfruta menos o deja de disfrutar con algunas actividades que antes le gustaban (ver la televisión, comer ciertos platos, charlar sobre un determinado tema, etc.).

    • Se cansa más rápidamente de lo habitual.

    • Tiene cambios de humor bruscos (ej.: se irrita con rapidez).

    • Llora con más frecuencia y sin que haya un suceso claro que lo provoque.

    • Duerme peor (descansa mal, duerme mucho o poco).

    • Se muestra nerviosa, preocupada o agitada.

    • Se siente inútil, un estorbo, siente que nadie se preocupa por ella, etc.


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¿Qué hacer ante la inactividad y la tristeza?

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Tener control sobre la propia vida
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Muchas personas que están tristes no encuentran entido a su vida y no ven ninguna razón para seguir viviendo. Además, pueden sentir que han perdido el "control" sobre su vida. Lo que antes hacían de forma rutinaria con total autonomía, ahora es gran parte tarea del cuidador (que decide el cuándo y el cómo de las cosas, qué comer, cuánto dormir, etc.). La persona mayor, ante esta nueva situación, se siente menos capaz que antes y emocinalmente se siente frustrada. Por esta razón, conseguir que tenga responsabilidades es siempre una buena manera de ayudarle a vencer la tristeza (por ejemplo, tareas de la casa, tener un animal de compañía o cualquier otra actividad agradable para él o ella). Así mejorará tanto su salud física como mental.
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Sentirse útil

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Asegurarse de que las actividades que la persona intente llevar a cabo sean útiles para ella o para los demás, de forma que pueda sentirse satisfecha de su labor. No es conveniente que haga tareas demasiado complicadas, porque los pequeños fracasos podrían deanimarla.
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Realizar actividades agradables
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Intentar que la persona realice actividades agradables como parte de su vida diaria. Hay que diseñar un plan que implique aumentar estas actividades. Elegir aquellas que sean divertidas, interesantes o recompensantes para ella y animarla a participar y ponerlas en práctica. En la página dedicada a la elaboración de un plan de acción se puede encontrar información útil sobre cómo desarrollar este plan.

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Algunas actividades que pueden resultar del agrado de la persona mayor

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  • Salir a la calle.

  • Ir de compras.

  • Leer o escuchar historias.

  • Escuchar música.

  • Ver la televisión.

  • Reírse.

  • Comer con amigos o familia.

  • Preparar o comer aperitivos y dulces.

  • Ayudar en las tareas domésticas (doblar la ropa, recoger la ropa, etc.).

  • Estar con la familia.

  • Vestirse con su ropa favorita.

  • Escuchar sonidos de la naturaleza.

  • Recibir o enviar cartas postales.

  • Salir de excursión.

  • Tomar café, té, refrescos con amigos.

  • Recibir cumplidos.

  • Ejercicio físico (caminar).

  • Dar un paseo en coche.

  • Asearse o arreglarse (maquillarse).
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Acudir a grupos de actividades
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Son muy útiles para aumentar la motivación, la autoestima, las relaciones personales, la actividad y para prevenir la depresión. La oportunidad de hablar con otras personas y el ser estimulado para la realización de actividades ayuda a prevenir y superar la tristeza. Si el estado de salud de su familiar lo permite, una de las posibilidades más sencillas es animarle a que acuda a centros sociales, sean éstos para personas mayores o abiertos a personas de todas las edades.
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Facilitar que se relacione con otras personas
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Pedir a otras personas (familiares, amigos, etc.) que realicen visitas, que hablen con la persona y que traten de despertar su interés por las cosas.
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Escuchar y hablar con él/ella
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Darle apoyo, escuchar sus sentimientos e intentar entenderla. Hablar con ella e intentar descubrir aquello que pueda motivarla y gustarle. Animarla a participar en las conversaciones.
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  • Fomentar la actividad física Intentar que haga algún ejercicio físico.


  • Consultar con profesionales de salud mental

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Cuando los sentimientos de tristeza y malestar sean muy severos y frecuentes. Si es posible, que el profesional esté especializado en personas mayores.

  • No se debe insistir constantemente sobre la necesidad de que se debe hacer algo para salir del estado de tristeza, ya que así sólo se logrará aumentar sus sentimientos de frustración y desánimo. Tampoco hay que presionar constantemente para que le atienda un profesional. De ese modo, sólo se conseguirá que se aísle más
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No insistir ni presionar
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