Vivimos esta vida, pendientes y preocupados por buscar aquello en que podemos vivir deleitados y no nos preguntamos qué es lo que deleita a Dios.
Su Palabra nos dice en el Salmo 147:10-11 lo que el salmista recibe como inspiración de Dios.
Ahí se nos dice...
"No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia".
Dios te dice aquí lo que debemos hacer para complacerle.
Por esto, si quieres deleitarte en complacer a Dios, obedece su deseo.
Temer a Dios es hacer su voluntad y apartarse del mal.
Esperar en su misericordia implica confiar en que Dios tiene poder para perdonarnos y librarnos de todo aquello que merecemos por causa de nuestro pecado, si es que vamos a Él arrepentidos y con la disposición de hacer su voluntad perfecta y soberana.
Ahora sabes lo que deleita a Dios y lo que debe deleitar tu alma. El Salmo 37:4 te aconseja diciéndote: "Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón".
Acércate a Dios y verás la hermosa comunión que podrás tener con tu creador.
Te amamos en Cristo Jesús.
El corazón pecaminoso de los seres humanos siempre piensa que podrá permanecer en esta tierra toda una eternidad.
Vivimos de espaldas a la inexorable realidad de la muerte y ajenos al hecho de que de este mundo nadie sale vivo y de que un día estaremos ante la presencia de Dios.
Quiero enseñarte lo que escribe el apóstol Pedro en su segunda epístola capítulo 3:7-11 acerca de este tema: "...los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.
Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia".
Oye la voz de Dios y prepárate para ese día.
Te amamos en Cristo Jesús.
La Palabra de Dios nos dice que en el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo venía y se posaba sobre los santos hombres de Dios y los capacitaba para hacer la obra que en ese momento Dios les encomendaba.
Cuando Jesús vino a este mundo y estaba listo para partir, dio una maravillosa noticia a los discípulos.
Les dijo en Juan 14:16-17: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros".
Esta gran promesa fue cumplida...
Cumplida en aquellos que han obedecido las demandas del Señor entregándose a Él para vida eterna.
Esta fue la enseñanza del apóstol Pedro en Hechos de los apóstoles 3:19-20 cuando expresa de manera enfática lo que todo hombre tiene que hacer cuando se le predica la Palabra de Dios.
Él dijo: "Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado".
Si deseas que el Espíritu Santo venga a ti y more en ti, haz la voluntad de Dios.
Te amamos en Cristo Jesús.
Es paradójico observar que, los seres humanos sabemos que somos pecadores, más sin embargo cuando se nos pregunta si nos consideremos culpables por nuestro pecado respondemos en la mayoría de los casos, que no somos culpables de pecados y delitos que hubiésemos cometido.
Es más, agregaría, algunos llegan más lejos y dicen: "Yo no tengo nada de qué arrepentirme, yo no mato, yo no robo, yo no esto o aquello".
Esto es una muestra palpable de que los hombres no tenemos convicción de pecados a menos que el Espíritu Santo de Dios no nos convenza de esta triste realidad.
Por esta causa Jesús declaró Juan 16:7-11 lo siguiente: "Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado".
Todo ser humano tiene que reconocer su pecado para poder clamar a Dios por Salvación y vida eterna, de lo contrario será condenado.
Te amamos en Cristo Jesús.
Desde que comencé a leer la Palabra de Dios noté la importancia que la Biblia da a estas dos acciones.
Leyendo los evangelios acerca de la predicación de Juan el Bautista, precursor de Jesús, noté que sus palabras al pueblo de Israel fueron: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado", Mateo 3:2.
Asimismo continué buscando el contenido de la predicación del mismo Jesús y encontré en Mateo 4:17 donde se dice: "Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado".
Todavía más llamó mi atención cuando escudriñé lo que fue la predicación del Apóstol Pedro en su primer mensaje, el cual termina diciendo: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo", Hechos 2:38.
Asimismo se le encomendó al apóstol Pablo diciéndole: "Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados", Hechos 26:16-18.
Si todos han declarado el mismo mensaje a los hombres ¿No es tiempo de que tú le des importancia al llamado de Dios y obedezcas?
El mayor pecado es saber hacer lo bueno y no hacerlo, arrepiéntete y converiértete a Cristo y serás salvo.
Te amamos en Cristo Jesús.
Agradecimientos a la Web
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Hermoso saber que existen personas que lean este proyecto. Gracias por su honorable visita. Les saluda y le doy la bienvenida a leer: Viviendo Por Fe. ©Siervadelmesías.