Por Ray C. Stedman
El
nombre Habacuc quiere decir "el que abraza, pero no en el sentido
romántico, sino en el sentido de consolar y este es un gran libro de
consuelo. El consuelo posiblemente sea el problema más penoso con el que
se tienen que enfrentar los seres humanos: es decir, el gran
interrogante de por qué Dios permite que sucedan ciertas cosas. No
conozco una pregunta más actual e importante que esta. Al leer esta
profecía de Habacuc descubrirá usted que el problema con el que tuvo que
contender y sobre el cual acabó por averiguar la respuesta, hizo
posible que se convirtiese en consolador y en uno que podía abrazar a su
pueblo en su sufrimiento, y es exactamente el mismo problema con el que
nos enfrentamos nosotros actualmente. Porque el profeta vivió en un
tiempo muy parecido al nuestro, un tiempo en que todo estaba saliendo
mal. Vivió en una época en la que hubo una gran corrupción nacional y
aflicción, en el que la nación y la tierra estaba llena de violencia, de
odio y de estallidos de maldad. Su aflicción se ve reflejada en las
primeras frases del libro (Habacuc 1:1-4):
El oráculo de Dios que vio el profeta Habacuc. ¿Hasta
cuándo, oh Jehová, clamaré y no oirás? ¿Hasta cuándo daré voces a ti
diciendo: ¡Violencia!, sin que tú libres? ¿Por qué me muestras la
iniquidad y me haces ver la aflicción? He aquí que surgen pleitos y
contiendas; la destrucción y la violencia están delante de mí. La ley
pierde su poder, y el derecho no prevalece; porque el impío cerca al
justo. Por eso sale torcida la justicia.
¿¿No
suena eso como lo que está sucediendo actualmente? ¿Por qué, dice
Habacuc tengo que clamar ¡violencia!, y no obtengo respuesta? He
aquí el gran problema de la oración que no obtiene contestación. Tenemos
aquí el caso de un hombre que está preocupado por su nación porque ve
que todo sale mal. El pueblo vive sumido en la maldad; hay inquietud,
violencia, injusticia y opresión por doquier. Cuando todo el asunto es
traído ante las cortes, las cortes mismas están corruptas, por lo que
Habacuc se siente profundamente preocupado.
El
es un hombre de Dios y sabe que lo que hay que hacer con un problema es
presentarlo a Dios y es lo que él ha estado haciendo. Ha estado orando
acerca de su problema, pero no ha obtenido ninguna respuesta. De modo
que su perplejo corazón clama confuso: Señor, ¿durante cuánto tiempo tengo que seguir con esto, clamando a ti de este modo? No
haces nada al respecto. He estado esperando un cambio, esperando para
ver si se producía un avivamiento, esperando ver si pasaba algo, pero no
sucede nada. ¿Cuánto tiempo he de continuar así?
¿Se ha sentido usted así alguna vez?
Mire a su alrededor, a nuestra nación, y verá como todo se está
viniendo abajo, y los antiguos fundamentos se están desmoronando, las
gentes se apartan de la fe y se cuestionan conceptos que jamás se habían
cuestionado con anterioridad. Las personas expresan sus dudas, hasta su
sincera incredulidad, en círculos en los que nunca se había expresado
la duda con anterioridad. ¿Ha estado usted orando por seres amados,
esperando ver cómo Dios los transformaba y actuaba en sus vidas, pero no
ha pasado nada? Ese es el problema de la oración que no obtiene
respuesta. Es un problema muy importante y hace que el profeta se sienta
perplejo.
Pero
ahora Dios responde a Habacuc. Lo asombroso de esta profecía es que no
se dirige al pueblo ni mucho menos, sino que es más bien un diálogo
entre el hombre y Dios. Por eso es por lo que resulta tan actual. Cada
uno de nosotros nos llamamos Habacuc y cada uno de nosotros nos
enfrentamos de vez en cuando con este problema. Dios responde (Habacuc 1: 5):
<<Observad entre las naciones y mirad. Quedaos asombrados y atónitos, porque yo haré en vuestros días algo que aún si se nos contase, no lo creeríais.>>
En
otras palabras, Dios dice: Habacuc, he estado contestando a tus
oraciones. Me acusas de guardar silencio, pero no he permanecido
callado. Es solo que no sabes reconocer mi respuesta porque te he estado
contestando, pero mi respuesta es tan diferente de lo que esperas que
no eres capaz de reconocerla o creerla cuando te respondo. Pero Dios
continua diciendo (Habacuc 1:6-10):
<<He
aquí que levanto a los caldeos, pueblo furioso e impetuoso que marcha
por la anchura de la tierra, para tomar posesión de los lugares
habitados que no le pertenecen. Será temible y terrible. De sí
mismo derivará su derecho y su dignidad. Sus caballos serán más veloces
que leopardos y más ágiles que lobos vespertinos. Sus jinetes se
dispersarán haciendo cabriolas. Vendrán de lejos, volarán como águilas
que se apresuran a devorar. Todo este pueblo vendrá para hacer
violencia. Todos sus rostros se dirigen hacia adelante, y reunirán
cautivos como arena. Se mofará de los reyes y hará burla de los
príncipes. Se burlará de toda fortificación; levantará terraplenes y la
tomará. Entonces su espíritu pasará y se acabará; devolverá a su dios
esta su fuerza.>>Reina valeria actualizada 1989
¿Le suena eso como alguien a quien usted conoce? Podría
usted sustituirlos por los comunistas o, en la última generación,
podría haber reemplazado a los caldeos por los nazis. He aquí la
respuesta que da Dios al problema planteado por el profeta: Dios dice
que está preparándose para levantar a la nación de los caldeos. Cuando
escribió Habacuc, los caldeos no eran una nación importante. (Otro de los nombres de los caldeos es los babilonios.)
Estos nombres se usan alternativamente en el Antiguo Testamento, pero
cuando escribió el profeta, la gran nación que tenía asustadas al resto
de las naciones y gobernada por un gran tirano del mundo de aquellos
tiempos era la nación de los asirios. Su capital era Nínive, a la que se
hace referencia en profecías anteriores.
Pero aquí tenemos a una pequeña nación que comienza a levantarse en la historia del mundo y Dios dice al profeta: <<Yo
estoy detrás de todo esto. Este pueblo es un pueblo muy extraño. Son
amargos, hostiles, implacables y sanguinarios. Van a ser tan poderosos
como lo han sido otras naciones de la tierra y van a arrasar a través de
las tierras conquistándolo todo, y dará la impresión de que nada les
puede detener. Este pueblo no tendrá ningún dios como figura central de
sus vidas. Yo estoy tras el levantamiento de esta nación y esta es la
respuesta a tus oraciones>>.
Eso resulta bastante asombroso, ¿verdad?
Es evidente que Habacuc no sabía que pensar al respecto. Aquí se
produce un momento de silencio y luego comienza a reflexionar. Si para
comenzar creyó tener un problema, ahora sí que lo tiene. Se enfrenta con
un problema de grandes dimensiones porque ¿cómo es posible que Dios resuelva el problema original creando un problema semejante a este?
Esto
es lo que preocupa a tantas personas al enfrentarse con lo que está
sucediendo hoy en el mundo. Lo que ha amenazado la fe de muchos ha sido
el problema de la historia. ¿Por qué permite Dios que pasen las cosas
tal y como suceden? ¿Cómo es posible que permita que tengan lugar cosas
tan terribles en la historia humana? Hace poco tiempo vi los
resultados de una encuesta que se había realizado a estudiantes que no
eran cristianos y a las preguntas que se estaban haciendo en las
universidades por todos los Estados Unidos. La primera de la lista era:
¿Cómo es posible que un Dios justo y amoroso permita que los hombres
sufran? ¿Por qué iba Dios a crearnos para luego permitir que la
enfermedad, el hambre y todas esas cosas terribles sucedan?
Existen
actualmente muchas personas que se hacen esa pregunta y muchos cuya fe
se está debilitando por causa de esto. Están diciendo: ¿Cómo puede ser esto? ¿En qué clase de universo vivimos? Como
es lógico, hay otros que no tardan en responder diciendo: La respuesta
es que Dios no existe y no sirve de nada pensar que existe. Estamos
viviendo en un universo que es como una máquina, con piezas tediosamente
resonantes y nadie sabe realmente lo que hace que funcione. La
casualidad hizo que todo encajase. Solamente nos engañamos a nosotros
mismos cuando nos imaginamos una imagen paterna por el deseo que hay en
nuestros corazones y le llamamos Dios.
El
motivo por el que decimos esto es por la aparente inactividad de Dios.
Esa es una de las cosas misteriosas de Dios ¿no es cierto? El poeta
William Cowper dijo: "Dios se mueve de manera misteriosa para llevar a
cabo sus maravillas. Y la manera de hacer Dios las cosas es un misterio
para nosotros. Tenemos que reconocer que hay ocasiones en las que no
acertamos a comprender cómo se mueve Dios. No parecen tener sentido y
los instrumentos de los que se vale parecen tan fuera de lo normal. Dios
no es nada ortodoxo. Siempre está haciendo las cosas de manera
equivocada, escogiendo a las personas equivocadas y haciendo las cosas
del modo más sorprendente. Una de las cosas que aprendemos acerca de
Dios al vivir con él durante un tiempo es que siempre está haciendo lo
inesperado y no es que lo haga así porque le encante hacer que nos
sintamos confusos, sino porque su forma de obrar es infinita y nuestra
mente humana no acierta a entenderla.
Ese
fue precisamente el problema que afligió a Habacuc, que se sintió
intrigado por este extraño silencio y luego, al enterarse de cómo se
estaba moviendo Dios, tampoco pudo entenderlo, pero hace algo muy
sensato y la próxima sección de este libro es un pasaje muy importante
porque nos dice cómo enfrentarnos a esta clase de problema. ¿Qué es lo que hay que hacer cuando nos encontramos con una amenaza semejante para nuestra fe? Cuando
vea usted lo que le de la impresión de ser una falta de acción por
parte de Dios y luego a lo mejor se da usted cuenta de que Dios está
actuando, de una manera que parece totalmente increíble, ¿qué hace usted? Una
de las grandes necesidades de nuestra vida cristiana es entender el
método que hemos de usar para enfrentarnos con problemas como éste y el
método puede explicarse de un modo muy sencillo. Hay cuatro pasos muy
simples y al seguir adelante verá usted cómo los sigue el profeta.
Lo
primero que hay que hacer es detenerse a pensar, sin reaccionar
emocionalmente ante el problema. No deje que el pánico se apodere de
usted o que algún terrible miedo pueda más que usted. Párese y piense.
De acuerdo ¿en qué debe usted pensar? En segundo lugar, recuerde
las cosas básicas que sabe usted acerca de Dios y no intente resolver el
problema de inmediato. Aléjese de él y comience con Dios. Vuelva a lo
que sabe acerca de El y su carácter, tal y como le ha sido revelado a
usted en la revelación y gracias a la experiencia que ha adquirido
usted. A continuación, coja lo que sabe acerca del carácter de Dios y
aplíquelo al problema. Ese es el tercer paso. Y finalmente, si no ha
encontrado usted una respuesta, deje el resto en fe para que Dios lo
resuelva y pídale que se lo muestre. Esa es la manera de hacerlo.
Fíjese cómo lo hace el profeta.
Primer Lugar.- Comienza pensando acerca de Dios (Habacuc 1 : 12):
<<¿Acaso no eres tú el principio, oh Jehová, Dios mío y Santo mío? ¡No moriremos!Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar.>>
Habacuc se ha recordado a sí mismo algunas cosas de suma importancia al decir eso. ¿Acaso no eres tú el principio...? Lo
primero en lo que piensa es que el Dios al que el conoce es un Dios
eterno, que está por encima de la historia y es superior a cualquier
lapso de tiempo de los acontecimiento. El crea la historia, él es desde
el principio y se halla al final. Es anterior al principio y no tiene
fin porque es el Dios de la eternidad. Eso es lo primero que el profeta
se recuerda a sí mismo. Cuando aparezcan los caldeos confiarán en su
propio poder como su dios. Oh sí dice Habacuc, <<pero mi
Dios no es así. Mi Dios no es una de esas deidades tribales locales,
sino que abarca toda la historia y gobierna estos acontecimientos,
porque es un Dios eterno>>.
Segundo Lugar.- El profeta se recuerda a sí mismo que Dios existe por sí solo porque usa un nombre muy especial para Dios. Dice:
<<¿Acaso no eres tú desde el principio, oh JEHOVA, Dios mío...?>>
Cuando la palabra <<Señor está todo escrito en mayúsculas>>, como lo está en este caso, es una traducción de la palabra hebrea Jehová que significa <<Soy el que Soy>>.
El gran nombre que le reveló Dios a Moisés cuando estuvo en Egipto. En
esa ocasión le dijo: <<Cuando hayas sacado al pueblo de
Egipto...así dirás al faraón: YO SOY me ha enviado. (Exo. 3:14) ¿Sabe usted por qué Habacuc se recordó a sí mismo esto? Porque
en su época había gente que iba por ahí diciendo que Dios estaba muerto
y siempre hay personas así y no hay nada de nuevo en ello. Mientras el
pueblo iba por ahí afirmando que Dios estaba muerto, Habacuc volvió a lo
que había aprendido acerca de Dios, que existe por sí mismo y no puede
morir. Es imposible que una persona que existe por sí misma muera y él
es >> Yo soy el que soy.
Tercer Lugar.- Habacuc se recuerda a sí mismo acerca de la santidad de Dios, el <<Santo mío>>. ¿Qué significa la santidad? Me atrevería a decir que la mayoría de nosotros usamos esta palabra sin tener ni idea de lo que significa.
¿Quiere decir que es un especie de ser que induce temor y que debemos
de andarnos con cuidado de no acercarnos a él porque es santo? No,
santidad significa todo, integridad; es ser una persona completa.
Significa esencialmente que Dios es consistente consigo mismo y es
siempre lo que es. No es nunca ninguna otra cosa, no es nunca una
falsificación. No pretende nunca ni nos engaña y eso es la santidad.
Esto
es algo que se refleja en todas las Escrituras, el carácter inmutable
de Dios. El autor de Hebreos dice: "Tú, oh Señor, en el principio
fundaste la tierra y los cielos son obra de tus manos...serán cambiados,
pero tú eres el mismo y tus años no se acabarán. (Heb. 1:10-12) Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. En él no hay sombra de duda, ni de cambio.
Después de que el profeta se recuerda esto a sí mismo, añade de inmediato estas palabras: <<No moriremos>>. ¿Qué quiere decir?
Está pensando que Dios ha hecho un pacto con Abraham. Dios le prometió a
Abraham que levantaría una nación que sería su pueblo para siempre y
que no permitiría nunca que fuesen eliminados de la tierra. El profeta
se está recordando a sí mismo esto, frente a la terrible amenaza con la
que se enfrentaban. Los caldeos iban a venir e iban a asolar la tierra.
Tendría que contemplar a su amada Jerusalén arrebatada y capturada y ver
cómo su pueblo era llevado en cautiverio, pero existe el recordatorio
de que Dios no iba a permitir que sucediese lo peor. No morirían y no serían eliminados y la fidelidad de Dios permanecería para siempre, de modo inmutable.
Así que el profeta llega a la conclusión que resuelve al menos la primera parte de este problema. Dice (Habacuc 1 : 12):
Oh Jehová, para juicio pusiste a los caldeos; tú, oh Roca, los has establecido para castigar.
<<Ahora entiendo por qué has levantado a los caldeos; es tú manera de despertar a mi pueblo de su insensatez, de su terrible estupidez al apartarse de ti. Creen que pueden vivir sin ti, a pesar de las muchas veces que les has enviado a los profetas, suplicándoles, pidiéndoles y recordándoles tu palabra? Has derramado bendición tras bendición sobre ellos, a pesar de lo cual siguen en su insensata locura, dándolo todo por sentado, pensando que pueden seguir viviendo sin ti. Ahora entiendo lo que estás haciendo. Estás levantando a un pueblo a fin de conmocionarles para que sean conscientes de la realidad, para despertarles y castigarles. Ahora lo entiendo.>>
-1-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hermoso saber que existen personas que lean este proyecto. Gracias por su honorable visita. Les saluda y le doy la bienvenida a leer: Viviendo Por Fe. ©Siervadelmesías.