Quiero que usemos nuestra mente para ir al Calvario. Trasládate conmigo a ese momento: Sangre sobre Su cabeza, sangre sobre Su rostro, sangre sobre Su cuello, sangre sobre Sus hombros, sangre sobre Sus brazos, sangre sobre Sus manos, sangre sobre Su pecho, sangre sobre Su espalda, sangre sobre Sus piernas, sangre sobre Sus pies, sangre sobre el piso, sangre sobre la cruz...
Era un espectáculo de sangre. La Biblia dice que para Dios, un día es como mil años. Y literalmente, hubo un día que para Dios parecía que nunca iba a terminar. Y aunque para nosotros ese evento ocurrió hace 2,000 mil años, en el calendario de Dios eso ocurrió hace 2 días.
Dios no ha olvidado ni siquiera una fracción del horror, de la agonía, y del sufrimiento del calvario. Para Dios, el calvario está tan fresco en Su memoria, como si estuviese aconteciendo en este instante.
Ese calvario que Jesús atravesó no fue para que vayamos una vez a la semana a verle la cara al líder de nuestras congregaciones. Jesús murió para llevarnos a ver el rostro del Padre todos los días de nuestras vidas. Y para poder ver el rostro del Padre, debemos de cambiar nuestra mentalidad y nuestra forma de acercarnos al Señor.
Hay quienes se ven solamente como :
siervos de Dios; otros, como
hijos de Dios; algunos, como
amigos de Dios. Sin embargo,
Cuando lleguemos al cielo, ni seremos siervos, ni seremos hijos, ni seremos amigos. Esto es porque hay lugares en donde :
Un siervo no puede llegar, pero un hijo sí. Pero hay lugares donde
Un hijo no puede llegar, pero un amigo sí. Pero hay lugares en donde aún
El amigo no puede llegar, pero sí una persona, que está descrita en Apocalipsis 22:17: "El Espíritu y la Esposa...".
Y este lugar al que la Esposa puede llegar es la habitación secreta del Rey (Cantares 1:4) para poder tener intimidad con el Amado. Tú y yo fuimos llamados a morar en la recámara del Rey. No fuimos llamados solamente a ser siervos, o hijos o amigos, sino también a ser la Esposa del Cordero redentor. Y como somos Esposa, tenemos la autoridad y la dignidad de poder acercarnos con confianza ante Su trono de gracia.
Necesitamos reconocer que somos la Esposa de Dios, teniendo esa mentalidad de intimidad, y necesitamos conocer a Dios como nuestro Esposo; que es el nivel pleno de profundidad en nuestra relación con Él.
Jeremías 9:24 dice: "Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová".
Por años, la religión nos ha dicho que no podemos entender a Dios. Y tiene su media verdad esto, porque la Biblia dice que los caminos de Dios y Sus pensamientos son más altos que los de nosotros (Isaías 55:8-9). Pero cuando Dios habla en Jeremías de que podemos conocerlo y entenderlo, se refiere a que las personas que tienen la mente de Cristo, esto es, el Espíritu Santo revolucionando todo su entendimiento, pueden tener la facultad de conocerlo de la manera en que El quiere ser revelado.
Porque ciertamente Sus pensamientos y caminos son más altos que los de nosotros, cuando nuestra mente es carnal. Pero si tenemos la mente de Cristo, nuestros pensamientos se sintonizan con los pensamientos de Dios. Y si el Señor habla de que podemos entenderlo y conocerlo, entonces también está hablando de un encuentro con Él.
Nosotros podemos experimentar a Dios como Esposo, es decir, tener un encuentro con la intimidad y amor de Dios. Aquí es cuando nos vemos como íntimos, del Íntimo; nos vemos como amados, del Amado.Pero lamentablemente la mayoría no ha experimentado este tipo de encuentro con Dios. Se nos hace fácil ministrar los dones, e incluso llevar a los otros al conocimiento de Jesús. Pero a veces somos pésimos a la hora de tocar el corazón de Dios y conectarnos con Él.
Podemos conocer a Dios como Esposo cuando Dios mismo se nos revela, nos habla, nos guía, nos muestra Su carácter en las Escrituras, nos muestra las profundidades de Su palabra. ¿Cómo conocemos a Dios como Esposo? ¿Cómo provoco que Dios se revele a mí como el Amado?
Quiero hablarte de 4 secretos que nos facultarán conocer a Dios como nuestro Esposo.
A - El secreto de aceptar la invitación
Cantares 1:4 dice: "El rey me ha metido en sus cámaras...". Dios nos creó para habitar en el lugar secreto. El Rey siempre nos ha invitado a su recámara secreta para tener intimidad con nosotros. Debemos de aceptar la invitación que el Señor nos hace para conocerlo como nuestro Esposo. Esta invitación la aceptamos estando constantemente en el lugar secreto. ¿Cómo llegamos al lugar secreto?
Jesús dice en Mateo 6:6 lo siguiente: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público".
Nosotros accedemos al lugar secreto de Dios cuando nos introducimos en periodos incesantes de oración, impulsados por el hambre de Él. Porque el lugar secreto es el portal que nos transporta hacia la misma presencia de Dios. Es el lugar de refugio en donde podemos tocar el corazón de Dios, mientras Él toca el nuestro.
Tu lugar secreto puede ser tu habitación, tu aposento, tu baño, el patio de tu hogar, una iglesia, etc. Es el lugar físico designado para entrar con confianza y sin interrupciones ante el trono de Dios. Ese lugar físico se transforma en el puente que te lleva directamente a la presencia del Dios eterno.
Dios no nos ha llamado a tener una relación superficial con Él, sino a tener una relación cara a cara con Él. Y cuando invertimos nuestro tiempo en el lugar secreto, le estamos permitiendo al Señor que nos lleve a disfrutar de esa intimidad que tiene preparada para nosotros.
Existen 2 cosas a las que el diablo teme:
Ese es el secreto de aceptar la invitación: entender que fuimos creados para habitar en el lugar santísimo, y buscar estar allí constantemente.
B - El secreto de prestar atención
El segundo secreto es el de prestar atención. Para comprender este secreto, necesitamos derrumbar un argumento religioso: Orar no es hablar con Dios. Orar es dialogar con Dios. Y aunque parezca lo mismo, no lo es. Cuando estoy predicando algún mensaje, estoy "hablando" con el pueblo, y escuchan mi voz, pero ellos no hablan conmigo. Esto es porque en algunas ocasiones, "hablar" implica una sola vía de comunicación. Sin embargo, cuando usamos el término "dialogar", necesariamente estamos estableciendo una comunicación de doble vía.
Lo mismo nos ocurre en nuestro tiempo de oración. Cuando vamos a la presencia de Dios, acostumbramos a "hablar" con Dios, sin darle oportunidad a Él de que nos responda. Pero Dios desea sostener un diálogo con nosotros. Así como tenemos deseos de expresarle lo que hay en nuestro corazón para Él, y de externarle nuestras preocupaciones, así mismo Dios quiere comunicarnos lo que hay en Su corazón para nosotros. Siempre que vayas a la intimidad, Dios estará esperándote con una palabra.
Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? (Jeremías 23:18). Aquí hay un principio del Reino: si tú permaneces en el lugar secreto, irremediablemente terminarás viendo a Dios y escuchando Su palabra. Y cuando entras al lugar secreto y prestas atención a la manifestación de Dios, Él comenzará a hablarte.
En 1 Samuel capítulo 3 nos narra que el joven Samuel ministraba a Dios. Y cuando Dios lo llamó por su nombre, Samuel no sabía que era Dios quien lo llamaba. Hasta que el Sumo Sacerdote Elí le dijo que cuando escuchara nuevamente aquella voz, respondiera: "habla, que tu siervo escucha". La Biblia dice que cuando Samuel hizo esto, Dios sostuvo un diálogo con él. Noten que esta conversación entre Dios y Samuel solo ocurre cuando Samuel presenta la actitud de escuchar lo que Dios tenía que decir.:
Una manera eficaz de comenzar a prestar atención es conocer como Dios habla.
Sumergirte en la Palabra durante estos tiempos en el lugar secreto propiciarán que se cumpla lo que dijo Jesús en tu vida: "Mis ovejas conocen mi voz". Serán en estos tiempos en el lugar secreto en donde Su palabra se hará viva y eficaz en ti.
Este es el secreto de prestar atención: cuando entres al lugar secreto, no solo te enfoques en lo que tienes que decirle a Dios; enfócate también en lo que Él tiene para compartirte.
C - El secreto de la dependencia plena
El tercer secreto es el de la dependencia plena. Mateo 13:45-46 dice: "También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró".
Nosotros somos ese mercader que salió a buscar buenas perlas. Y cuando estábamos en el mundo, compramos perlas que aunque al principio parecían buenas, al final nos perjudicaban. Pero un día, encontramos la perla preciosa (el Reino de los Cielos); pero para comprarla, teníamos que pagar el más alto precio: debíamos de venderlo todo.
Y al hacer esto, lo que hicimos fue decirle a Dios: "Tu eres el Dueño absoluto de todo lo que me pertenece". Cuando compramos aquella perla, nos volvimos dependientes de Dios. Y nosotros, si queremos conocer a Dios como nuestro Esposo, debemos de ser dependientes plenamente de Él.
Esto significa que nuestros caminos, nuestras decisiones, nuestras palabras, todo lo que hagamos, deben de estar sometido bajo Su voluntad.Dios es consecuente con nuestra entrega. Si nos entregamos poco, Él nos da poco de Él. Si nos damos por entero, El se dará por entero a nosotros.
Y cuando lo entregamos todo, Dios nos mira y nos dice:
Este es el secreto de la dependencia plena: cuando nos entregamos completamente, nos volvemos atractivos para Dios, y Él se acerca a nosotros de una manera impresionante.
D - El secreto de la constancia
El ultimo secreto que deseo compartirte es el secreto de la constancia. Cuando comencé a escuchar la voz de Dios, fue maravilloso para mí (y lo sigue siendo aún). Estaba feliz por ello. Y eso me motivaba a orar más. Pero llegó un momento en donde me confié y deje de orar, porque entendía que como ya Dios me hablaba, ya no tenía que orar. Error fatal.
Una noche, luego de semanas sin escuchar la voz de Dios por causa de la falta de oración, comencé a llorarle a Dios y a pedirle que me hablara. Luego de 10 minutos de estar llorando en Su presencia, escuché Su voz que me decía: "¿Por qué me pides que te hable, si tu no me hablas? ¿Por qué me pides que te busque, si tú no me buscas? No puedes cosechar lo que no has sembrado".
Esas palabras me marcaron. En ese momento entendí que Dios es un Dios de reciprocidad. Por eso es importante la constancia en el lugar secreto: cuando somos constantes manteniendo las disciplinas espirituales necesarias, practicando a cada instante lo que aprendemos de parte de Dios, experimentaremos Su visitación sobre nuestras vidas como nunca antes la habíamos visto.
Ahí conoceremos a Dios como nuestro Amado Esposo. En ese momento Él comenzará a manifestarse a nuestras vidas, permitiéndonos ver Su maravilloso rostro, y dejándonos escuchar Su dulce voz.
Y esto quizás no ocurra dentro de 1 día, o 3 días, o 4 semanas. Pero si somos constantes, llegara ese bendito día en donde nuestro espíritu estará preparado para conocer a Dios de la manera más intima posible.
En ese momento podremos decir: "El Rey me ha metido en sus cámaras... Con razón te aman...",
Porque viviremos el romance eterno más precioso de toda la historia. (Cantares 1:4-6).
Escucha este mensaje que te ayudará a conocer a Dios de una manera más íntima, al punto de poder escuchar Su voz diariamente.
Disponible en audio y en texto en: Agradecimientos a la Web
-
-
-
-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hermoso saber que existen personas que lean este proyecto. Gracias por su honorable visita. Les saluda y le doy la bienvenida a leer: Viviendo Por Fe. ©Siervadelmesías.