Yo enseño la Biblia a las mujeres, y tengo la esperanza de llegar a
ver en mi vida a muchas maestras cualificadas, levantadas en la iglesia
para hacer avanzar el conocimiento de la Biblia. Pero para que esta
esperanza se convierta en una realidad, se necesita ayuda pastoral. Sé
que esta ayuda es posible porque he sido receptora de ella, he sido
beneficiaria de una abundante enseñanza y aliento pastoral.
Entre los cristianos no hay mucho desacuerdo en que las mujeres
pueden y deberían enseñar a otras mujeres. Pero si:
¿cómo podría un pastor valorar, cultivar y emplear adecuadamente el don de las mujeres que enseñan?
Pastor, creo que usted podrá hacer exactamente eso si equilibra con cuidado dos verdades.
Usted la necesita
Puede que sea usted el mejor predicador del planeta, pero Dios no le habría dado el don de enseñanza a las mujeres a menos que su enseñanza no fuese absolutamente necesaria para el bienestar espiritual de las mujeres de su iglesia. Usted necesita su ayuda. He aquí cuatro formas en las que una mujer que enseñe puede aliviar su carga.
1. Ella es un ejemplo que usted no puede ser. Cuando una mujer ve a
alguien que se parece a ella, que suena como ella, y que enseña la
Biblia con pasión e inteligencia, comienza a reconocer que también ella
puede amar a Dios con su entendimiento -quizás más allá de lo que creyó
que era posible o necesario. Las mujeres que solamente escuchan a
hombres manejar bien la Biblia, a veces se olvidan de considerar que
ellas son capaces de hacer lo mismo.
2. Ella puede traer una perspectiva que usted no puede traer. Cuando los hombres enseñan, de manera natural extraerán ejemplos que resuenan mejor con otros hombres. Esto significa que a las mujeres que solamente escuchan enseñanzas masculinas, se les ofrecerá un buen número de ilustraciones llenas de testosterona, ilustraciones sacadas de los deportes y de películas de acción. Y eso está bien. Pero una mujer que enseñe puede también hablar el lenguaje de las novelas de Jane Austen y la HGTV. Y probablemente extraerá unas cuantas observaciones diferentes del texto de las que sacaría un hombre. Esto no quiere decir que vaya a hacer que el pasaje sea femenino, sino que probablemente enfatizará aquellos elementos del texto que destacan el papel de la mujer en la historia redentora, o que hablará de problemas con el pecado que comúnmente enfrentan las mujeres.
2. Ella puede traer una perspectiva que usted no puede traer. Cuando los hombres enseñan, de manera natural extraerán ejemplos que resuenan mejor con otros hombres. Esto significa que a las mujeres que solamente escuchan enseñanzas masculinas, se les ofrecerá un buen número de ilustraciones llenas de testosterona, ilustraciones sacadas de los deportes y de películas de acción. Y eso está bien. Pero una mujer que enseñe puede también hablar el lenguaje de las novelas de Jane Austen y la HGTV. Y probablemente extraerá unas cuantas observaciones diferentes del texto de las que sacaría un hombre. Esto no quiere decir que vaya a hacer que el pasaje sea femenino, sino que probablemente enfatizará aquellos elementos del texto que destacan el papel de la mujer en la historia redentora, o que hablará de problemas con el pecado que comúnmente enfrentan las mujeres.
3. Ella tiene una autoridad que usted no tiene. Una mujer puede
decirle a otras que dejen de idolatrar sus carreras profesionales o sus
familias en una forma que usted no puede. Una mujer puede confrontar a
otra acerca de la vanidad, el orgullo, la sumisión y el contentamiento
en una forma que usted no puede. Ella tiene una autoridad empática sobre
sus estudiantes femeninas. Tiene la capacidad de decir: “Entiendo los
pecados dominantes de ser mujer, y les encomiendo al consejo suficiente
de las Escrituras”. Puede aligerar su carga confrontando pecados en las
mujeres, que provocarían resentimiento en ellas si usted tan siquiera
los abordara. Ella puede decir cosas como “El síndrome premenstrual no
es una excusa para el homicidio” y no recibir ni siquiera un e-mail
desagradable al día siguiente.
4. Ella ve necesidades que usted no ve (y que probablemente su
esposa tampoco puede ver). Al luchar una semana tras otra en su
ministerio, una maestra puede obtener un sentido del estado de ánimo de
las mujeres en su iglesia que su esposa puede no tener. Las mujeres
tienen la tendencia de presentar la mejor cara de sí mismas a las
esposas de los ministros, pero no a sus líderes ministeriales femeninas.
Pastor, si su propia esposa es para usted un misterio, considere que
puede necesitar ayuda para entender las necesidades de la mitad femenina
de su congregación. Una mujer que enseñe puede darle visión sobre el
terreno.
Ella lo necesita
Puede que usted suponga que las mujeres encuentran de manera natural el lugar en el que pueden desarrollar y ejercitar sus dones. Pero se equivocará nueve de cada diez veces. He aquí tres cosas que una mujer bajo su supervisión pastoral necesita desesperadamente de usted.
1. Ella necesita que usted la afirme. Hablando desde la experiencia,
yo nunca hubiese tenido el coraje para enseñar si mi pastor no me
hubiese tomado en serio. Escuchar sus palabras de aliento y saber que
tenía su apoyo entusiasta me impulsó a ejercitar mi don a pesar de mis
propios temores e inseguridades. Ella necesita que usted le diga:
“puedes hacer esto”.
2. Ella necesita que usted la pula. Una mujer tiende a tener pocas
oportunidades de desarrollar su don bajo un liderazgo adecuado, porque
tiene restricciones de trabajo y familia. Necesita que usted recorra más
de la mitad del camino. Necesita que usted moldee su teología, que la
apunte hacia buenos comentarios bíblicos y podcasts, que la critique con
amabilidad, que la ayude con los textos difíciles, que esté disponible
para sus preguntas. Y ella necesita que usted le ofrezca hacer cosas
antes de que se las pida. No suponga que su don de enseñanza va a
florecer por sí mismo. Pastoréela para que llegue a ser una maestra que
contribuya de forma significativa a la salud de su cuerpo de creyentes.
3. Ella necesita que usted la cubra. Si usted no dejaría que
cualquier hombre enseñase a sus hombres, tampoco deje que cualquier
mujer enseñe a las mujeres. Examínela a ella y a sus materiales de
enseñanza, tal y como lo haría con un maestro. Cuando determine que ella
y sus enseñanzas son sólidas y valiosas, anímela. Manténgase a su lado
si se enfrenta a críticas injustas. De fe por ella en público. Celebre
sus esfuerzos y sus resultados.
Algunos hombres buenos. Y también mujeres
Ninguno de estos puntos implica (o requiere) desordenar la relación
esposo-esposa, ni la de ella, ni la de usted. Obviamente, el sentido
común se aplica a sus interacciones. Debemos desde luego ser sabios en
la colaboración, pero sin tener fobias. Hemos de encontrar formas de
trabajar juntos para el bien común de la iglesia.
La Biblia encarga tanto a hombres como a mujeres que sean
combatientes, enseñando y defendiendo las verdades de la fe cristiana.
Las maestras proveen una capa indispensable de defensa que los hombres
no pueden, y lo hacen a través del ejemplo, perspectiva, y autoridad
empática sobre otras mujeres. Poseemos inteligencia y armas que los
hombres no tienen, y nuestras contribuciones son necesarias. Para
ponerlo en términos distintivamente masculinos: “Nos quieren en ese
muro. Nos necesitan en ese muro”.
Pero las maestras necesitan la ayuda del liderazgo masculino. Como aquellas que estamos diseñadas de forma única para hablar la verdad a los que son de nuestro género, necesitamos que se comprometa a ayudarnos a “manejar la verdad” con la seriedad y habilidad que se merece. Al hacerlo, usted sigue el ejemplo del mayor Maestro que caminó sobre la tierra. Ayúdenos a ayudarle. Denos un lugar en el cual equiparnos para la batalla que ambos estamos llamados a luchar, para ser armadas para la torre que ambos estamos llamados a defender.
Pero las maestras necesitan la ayuda del liderazgo masculino. Como aquellas que estamos diseñadas de forma única para hablar la verdad a los que son de nuestro género, necesitamos que se comprometa a ayudarnos a “manejar la verdad” con la seriedad y habilidad que se merece. Al hacerlo, usted sigue el ejemplo del mayor Maestro que caminó sobre la tierra. Ayúdenos a ayudarle. Denos un lugar en el cual equiparnos para la batalla que ambos estamos llamados a luchar, para ser armadas para la torre que ambos estamos llamados a defender.
Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Manuel Bento.
Jen Wilkin es esposa y madre de cuatro
hijos maravillosos, y una promotora de que las mujeres amen a Dios con
su mente a través del estudio fiel de su Palabra. Ella escribe, habla y enseña a las mujeres acerca de la Biblia. Vive en Flower Mound, Texas, y su familia llama casa a The Village Church. Puedes encontrarla en jenwilkin.blogspot.com .
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